Caos / MK

CICUTA

Viernes, 27 de Febrero de 2015.

Por Jaime FLORES MARTINEZ

Caos

Avergonzado porque el papa Francisco se atrevió a bautizar al narcotráfico y la corrupción como la ‘‘mexicanizacion”, el gobierno federal agita los brazos ridículamente escandalizado. Al gobierno le irrita que el sumo pontífice externe tan mala impresión del gobierno mexicano.

Y es que –en su consideración– el papa no se refería a la sociedad mexicana que se encuentra atrapada entre los altos niveles de violencia y las insanas prácticas de una autoridad que presume logros intangibles e intenta justificar terribles errores.

Muy en su papel de ofendido, el gobierno de Enrique Peña Nieto envió, a principios de semana, una nota diplomática donde se manifiesta extrañado por la consideración hecha por el papa. Este último envió una carta privada a un legislador argentino.

Ante la ridícula molestia del Gobierno de México, la Santa Sede se apresuró a precisar que la intención del papa nunca fue ofender a los mexicanos. ¡Si los mexicanos nunca nos sintieron ofendidos! No se entiende cómo la administración de Peña Nieto le reclama al papa la utilización de una palabra que sin duda esconde una realidad lacerantemente vergonzosa.

En septiembre, estalló el escándalo por el secuestro de más de cuatro decenas de estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, Guerrero. El escándalo se le salió de control al gobierno mexicano, en específico al secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong. El responsable de la política interna del país se tardó una eternidad –primero en reaccionar– y luego en asumir el control de un estado cuya autoridad estaba controlada “abiertamente” por delincuentes.

Tan tardía fue la reacción del gobierno federal que no atinaba a saber (ni medianamente) qué pasó. El ruido de Ayotzinapa aturdió la matanza de presuntos delincuentes en manos de soldados en una bodega de Tlatlaya, Estado de México.

El juicio social condenó a los militares que participaron en esta refriega, aunque el Gobierno de México optó por intentar minimizar el escándalo generado por la “desaparición” de los 43 estudiantes de Ayotzinapa. Si su reacción fue tardía, al menos intentarían justificarse ante una sociedad harta de esperar el cumplimiento de tanta promesa.

Muy pocos saben que, la mañana del 18 de diciembre, el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, presentó su renuncia al presidente Enrique Peña Nieto, por motivos que se presumen vinculados a la reacción tardía que la falta de pericia para arreglar tantísimos problemas del país.

Una versión revela que el presidente no aceptó la petición de Osorio por considerarla precipitada. Existen conservadores que aseguran que difícilmente podría conseguirse un funcionario que reúna las características necesarias para encabezar la Secretaría de Gobernación.

Por aquellos días, algunas versiones ubicaban al actual procurador general de la República, Jesús Murillo Karam, como posible secretario de gobernación. Otra versión asegura que otro incondicional de Peña Nieto, el secretario de Hacienda y Crédito Público, Luis Videgaray Caso, también intentó entregarle el cargo al presidente Peña.

Y aunque dichas renuncias forman parte de la continua rumorología gubernamental, el colmo del asunto es que –por esos días– surgió la versión de que Enrique Peña Nieto había ingresado al hospital. Como consecuencia del asueto nacional, la hospitalización del presidente habría pasado prácticamente desapercibida.

Algunos personajes cercanos a la presidencia aseguran que peña Nieto padece una enfermedad identificada como “astrocitosis”, que en términos médicos significa el crecimiento de las células de la neuroglia con proyecciones fibrosas y protoplasmáticas. Más fácil, es una enfermedad cerebral que afecta los tejidos. Que mata las células.

De regreso al tema inicial (para no juzgar tan severamente al gobierno mexicano), tal vez no está tan indignado. Quizá esté solo avergonzado porque el papa tomó como ejemplo a México para ilustrar cómo una nación puede estar sumergida en el caos. El término utilizado por el papa Francisco es la pura realidad, aunque le duela al gobierno de Enrique Peña Nieto.

MK

A propósito de temas corrupción, Cicuta conoció que algunos personajes se aprovechan de las lagunas existentes en la ley aduanera para obtener jugosísimas ganancias. Una estrategia es introducir artículos pirata para provocar que los empleados de la Aduana de Tijuana les incauten su mercancía.

Por ejemplo, recientemente, dos personas que ingresaron a México a bordo de un modesto automóvil se encargaron de que los empleados aduanales observaran las tres bolsas de dama que llevaban en el asiento trasero.

Después de intercambiar puntos de vista, los empleados incautaron tres bolsos aparentemente originales. Los abusivos sujetos aceptaron la expedición de documento conocido como PAMA, que significa Procedimiento Administrativo en Materia Aduanera.

Con este documento, los ciudadanos comprueban que la autoridad aduanal les incautó tal o cual mercancía. Pasado el tiempo que marca la ley, los oportunistas reclaman la devolución de la mercancía a un precio muy superior al que pagaron.

En el caso que nos ocupa, las tres bolsas de famosa marca eran burdas copias que costaron 35 dólares en total. Como los empleados aduanales no son peritos para determinar la autenticidad de los productos originales, la Aduana debe pagar cantidades extraordinarias. Aquí pagaron más de 95 mil pesos. Algunos abogados fiscalistas encontraron un jugoso negocio para exprimirle los bolsillos al propio gobierno mexicano.

Mientras la autoridad utiliza métodos poco ortodoxos para allegarse recursos provenientes del contribuyente, algunos personajes se pasan de vivos para hincharse los bolsillos a través de las fallas existentes en materia aduanera.

Cicuta.com.mx twitter: @jaimecicuta


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