Cicuta
Por Jaime Flores Martínez
Viernes, 01 de Julio de 2016.
Flatulencia
Aletargado por los efectos de la bebida (que es orgullo de los mexicanos), al presidente del COTUCO Tijuana Francisco Villegas Peralta le importa un majestuoso pito la reputación de la para-municipal que representa.
Nadie entiende porque Villegas es incapaz de conciliar con la familia Plascencia (considerada pionera en el fomento al turismo) y propietaria de una importante cadena de restaurantes de Tijuana.
Empleados del COTUCO suponen que, en su afición a empinar el codo, a don Francisco no le importa cumplir con su responsabilidad de impulsar el turismo.
Lejos de apuntalar a Tijuana como destino turístico, por lo visto este hombre aprovecha el COTUCO para fastidiarle la existencia a los señores Plascencia.
Hace unas 3 semanas el señor Villegas mandó romper un tramo de banqueta justo enfrente del Restaurant Caesar’s cuyo propietario es Julián Plascencia.
Más allá de la colocación de una estrella dedicada a un artista puertorriqueño, don Francisco intentó amargarle el día a su detractor Plascencia.
¡Su intención le salió chueca!
En lugar de enojarse con Villegas por su enésima ocurrencia, el señor Plasencia ordenó a sus empleados colocar un tapete negro sobre la cacareada estrella.
Quienes rodean a Villegas afirman que le dio tanto coraje que esa noche se saturó de tequila hasta entrada la madrugada.
Los empleados confiaron que hace unos días nombro a Carlos Carrión como director de relaciones públicas. La máxima virtud de este joven es haberse desempeñado como fotógrafo particular de Villegas.
Y es que además de su devoción por don julio, el señor Villegas alimenta su vanidad para mantener su autoestima al nivel de un rascacielos.
Algún funcionario de mediano nivel asegura que Villegas “ya los tiene hasta el copete” por su afición de subir a Facebook cualquier cantidad de fotografías sin importarle lucir ahogado.
Se supone que Carlos Carrión, hoy flamante director de relaciones públicas del Comité de Turismo y Convenciones de Tijuana, lo acompaña a las reuniones y a los intermitentes brindis que Villegas protagoniza a diario.
Como un premio a su lealtad, compromiso, solidaridad y compañerismo al empujarse una cantidad similar de alipuses Villegas nombró a su paparazi como publirrelacionista.
Tanta presencia tiene el tequila en el Cotuco Tijuana, que hasta los empleados se sorprenden al observar que familiares de Villegas ya agarraron confianza y hasta decidieron seguirle los pasos.
Y no se trata que “alguien de su familia” alcanzó un puesto directivo sino que alguien “muy cercano” acude a diario al COTUCO donde despide un intenso aroma a “barón-brandy”.
Por cierto que el pasado 7 de junio Cicuta publicó un texto denominado Pacheritos que alude a Villegas y a su compadre Martín Muñoz, sedicente titular de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y Alimentos Condimentados (Canirac).
Mientras que Muñoz rezongó por el contenido de la columna, el señor Villegas optó por pertrecharse en su afición de costumbre.
Como un llamado de alerta, lo aquí señalado es del conocimiento de su patrón incluido el apoyo que le dio al panista Juan Manuel Gastelum, presidente municipal electo.
Don Paco Villegas debe saber que el Cotuco es la oportunidad ideal para promover el turismo y no para reventarse en jolgorios.
Ah, por cierto, don Francisco se pitorrea de su compadre Martín Muñoz, de quien dice “tiene el cerebro nuevecito, porque nunca lo usado”. Presume que puede manipularlo a placer.
Otro dato, hay quien se pregunta por que los inspectores no inspeccionan su hotel ubicado en la plaza Santa Cecilia de Tijuana.
Dicho establecimiento, refugio de traficantes de indocumentados, tiene 8 máquinas tragamonedas colocadas en los pasillos interiores. Para eso no hay permisos.
¿Tampoco necesitará autorización para la operación de su restaurante, ubicado en la parte baja de su hotel?
Pochongo
Integrantes del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) andan que “no los calienta ni el sol”.
En la pasada elección esos verdes ni siquiera pintaron. Es más, perderán su registro en la entidad.
Alguien que llora con amargura es Eduardo Ledezma Romo, conocido como el Pochongo. A este hombre “no se le hizo” llegar al Congreso del Estado para contar chistes.
Ledezma era número uno de los verdes en la lista de plurinominales.
Su ego está destrozado.
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