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Cicuta

Jaime Flores Martínez

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Inflamado su ego por los ruidosos aplausos del lunes en las instalaciones de la Canaco Tijuana, la Directora General de Quejas de la Procuraduría de Derechos Humanos de Baja California (PDH) Isabel Herrera Covarrubias, no atina a cumplir cabalmente su labor.

Si bien integrantes de los Colegios de Abogados reconocen que Herrera logró alcanzar un nivel importante dentro del organigrama de la PDH, ellos quizá desconocen que la señora Herrera echa mano de la mentira, el chantaje y el hostigamiento para lograr sus propósitos.

Algunos empleados consideran que la responsable del área de quejas, desperdicia una extraordinaria oportunidad para destacar en la defensa de los derechos humanos. Cicuta sabe que la señora Herrera ha pregonado su interés de suceder en el cargo al actual procurador de los derechos humanos Arnulfo de León Lavenant, de quien –por cierto– habla pestes.

Entre los asuntos que ha pasado por alto se encuentra el caso de Oscar Romero Guevara, el hombre que la mañana del 14 de febrero se suicidó en las instalaciones de la Comisión Federal de Electricidad. Romero trepó a una de las torres y desde ahí se lanzó.

Al tratarse de una instalación federal, la señora Isabel levantó los hombros al decir que era un asunto que correspondía ventilar a la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Familiares del suicida peregrinaron en busca de apoyo, aunque Isabel prefirió su enésima encerrona con Matilde.

De forma similar actuó en el caso de Mario Alberto Rodríguez Arenas, un joven de 18 años que a finales de enero cayó de la caja de una camioneta policiaca que lo transportaba. Otro joven que iba detenido aprovechó el momento para tomar el volante y estrellar la unidad contra un poste.

Mientras los policías se rascaban el ombligo, Mario Alberto cayó de bruces se rompió la espalda y actualmente está paralítico. En lugar de exigir a la autoridad de Rosarito que asumiera su responsabilidad y enfrentara esta circunstancia, la inflamada Isabel le pidió a Matilde que cerrara por dentro.

En más de este caso, Herrera ni siquiera se ha molestado por gestionar que este muchacho reciba atención en algún hospital especializado. En lugar se aplicarse en su labor, la funcionaria prefiere deleitarse con los aplausos de sus compañeras abogadas.

La dama aludida tiene prohibido a sus subordinados canalizar reporteros ante su presencia, aunque en este caso la explicación es que “no tiene nada que informar”.

Y aunque la mayoría de los empleados de la PDH se preguntan por qué el procurador Arnulfo de León Lavenant tolera el protagonismo y la incapacidad de Herrera, la respuesta es que tiene la habilidad de saturar con mentiras al señor de León. ¡Ella misma se vende como “indispensable” y el procurador se lo compra!

Aquellos que no pueden evitar tolerar su presencia aseguran que Herrera “presume” su relación con el ex gobernador de Baja California José Guadalupe Osuna Millán a quien le llama “padrino”. Sin embargo esos empleados desconocen que Osuna Millán, en un momento aciago, se convirtió en padrino de una generación de abogados a la cual pertenecía Isabel Herrera.

Aunque Arnulfo de León Lavenant elogia el desempeño de Herrera, este no se ha preocupado por revisar con detenimiento el abultadísimo número de quejas y la miserable cantidad que han sido resueltas. No hay quien se atreva a dar cifras porque simplemente no existen.

Otro caso que llama la atención es el marcado desinterés de Herrera en el caso de los hermanos Ricardo y Mayra Ávila, golpeados por dos gorilas uniformados la mañana del 20 de diciembre en la zona Este de Tijuana.

Arístides Ávila, padre de ambos jóvenes envió la semana pasada una carta dirigida a Cicuta donde destila desesperación y coraje. En su desesperación don Arístides dejas saber al columnista que pudiera tomar alguna decisión desesperada para llamar la atención a las autoridades. Nadie quisiera otra tragedia, aunque pareciera que la angustia de este señor le viene guanga a doña Isabel.

Tampoco le importa el trágico final que tuvo la semana pasada el ciudadano mexicalenses José Guadalupe Macías, quien el viernes 7 se prendió fuego en el Centro Cívico de la capital del Estado. José Guadalupe pasó 11 años detenido por un crimen que no cometió, aunque ni así logró llamar la atención de las autoridades.

A la autoridad parece no importarle castigar a los responsables de mantenerlo preso por más de una década y –por lo visto– mucho menos le importa a la PDH. Seguro que Herrera ni siquiera conoce el caso de la señora Sheila Vázquez, despedida y humillada por los jerarcas de la Cespm. Su queja en la PDH pareciera enterrada.

Hoy los reflectores apuntan hacia un personaje que justamente forma parte de la estructura de la Procuraduría de los Derechos Humanos. Esta persona sería responsable de tan perversa estrategia. A pesar de los señalamientos de abogados mexicalenses sobre la inmolación de José Guadalupe Macías, el personaje en cuestión justamente es considerado para ocupar el cargo que ostenta Isabel Herrera. Sería una ironía.

cicuta.com.mx twitter:@jaimecicuta           Viernes,14 de Marzo de 2014.


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