Cicuta
Por Jaime Flores Martínez
Miercoles, 13 de Abril de 2016.
Salim
Visiblemente atolondrado por la ingestión de alipús previo al abordaje, el empresario tijuanense Salim Salman permitió que sus demonios saturaran a los pasajeros del vuelo nocturno México-Tijuana el pasado viernes.
Durante las tres horas de trayecto, Salman se dedicó a insultar a una azafata por negarse a servirle “una segunda” bebida embriagante.
Amablemente (con una sonrisa justificadamente forzada) la joven le explicó que la política de la aerolínea es que, a un pasajero, no debe servírsele más de una porción de alcohol.
No obstante, esta argumentación no fue suficiente para un hombre que siente traer a Dios de las orejas. ¡Que se cree esta vieja! ¿No sabe quién soy?
Impulsado en sus majaderías por un hombrecito que le acompañaba, el empresario Salman le exigió a la sobrecargo (una y otra vez) que cumpliera con su obligación. ¡Usted está para servirnos!
Las carcajadas de su acompañante alimentaban su ego y potenciaban el tono de su voz. A este hombre le importaba un carajo la incomodidad del resto de los pasajeros.
Una y otra vez Salman le gritaba que “no sabía con quien se metía”.
Incluso advirtió a gritos que “hablaría con el capitán y se quedaría sin empleo”.
¡No saben con quién se meten!, escupió el empresario.
El chaparrito que le acompañaba decidió entrarle al espectáculo al gritar palabrotas que incluían mentadas de madre.
Aunque nadie intenta pecar de “mocho” hay palabras que deben decirse en tiempo y lugar.
Obvio que los pasajeros mostraron intranquilidad en las tres horas que dura el vuelo, hasta el punto que las tres azafatas que integraron la tripulación se acercaron a mediar ante los insolentes pasajeros.
El desconcierto de los viajeros aumentó al escuchar que el furioso pasajero desafiaba a la tripulación para que “lo bajaran”.
¿A 35 mil pies de altura? ¡Buena idea!
Una hora más tarde las sobrecargos llegaron al límite de su tolerancia porque los borrachitos aplastaban una y otra vez el botón de servicio. La intención era fastidiarles la existencia.
En 15 ocasiones les pedían ‘un vasito con agua” que ingerían con actitud socarrona. En cuanto se daban la vuelta les recordaban el 10 de mayo.
Ningún observador pasó por alto que el chaparrito (identificado como Jorge Garduño) se encerró cuatro veces al minúsculo baño de la parte frontal de la aeronave.
Salman también ingreso 4 veces en el baño pero extrañamente su euforia no disminuía.
¿Cómo puede alguien permanecer alcoholizado, (o al menos eufórico) durante tres horas?
¡Habían dejado de tomar cerveza y seguían incontrolables!
Hartas de tantísima impertinencia, durante 15 minutos las aeromozas dejaron de acudir a sus fastidiosos llamados.
Mientras tanto el par de sujetos charlaban a gritos sobre importantes personajes de la vida empresarial y política de Tijuana.
Salim aplicó severos adjetivos sobre el empresario casinero Jorge Hank Rhon y también sobre comerciantes de menor rango.
En algún momento pregonó –en voz alta– que “tenía mucho dinero” y que se encargaría que la azafata mal encarada difícilmente sería recontratada.
¿Si el gritón tiene tanto dinero por que no se compra su propio avión?
El señor Salman es asistente y amigo de David Korenfeld Federman, aquel director de Conagua que el año pasado fue destituido por utilizar un helicóptero oficial para irse de vacaciones.
Korenfeld y Salman viven en San Diego, California.
Obligada por su trabajo, la empleada de la aerolínea transitaba veloz por el pasillo
¡Ésa vieja anda de malas! Insistía el empresario ante las carcajadas de su acompañante.
Minutos antes del descenso en el aeropuerto de Tijuana el hombre se puso de pie para advertir –una vez más– que solicitaría de remoción de tan insensata mujer por negarse a retacarle el buche de cerveza.
Sin embargo, el hombre descendió del avión, corrió a la sala de equipaje y salió del aeropuerto.
El chaparrito hizo exactamente lo mismo.
Los efectos de su euforia habían terminado. También el día y el calvario para todos los pasajeros de un vuelo calificado como inolvidable.
Oceguera
Muy satisfechos están los detractores del dirigente de la burocracia en Tijuana Manuel Oceguera Villa, quien quedó marginado de la planilla del candidato priista a la alcaldía de Tijuana. Oceguera buscó ser regidor para reírse de sus críticos.
Su negra reputación influyó para que los jerarcas priistas le cerraran los espacios. Los burócratas que vomitan a Oceguera están felices. Uno de ellos recuerda aquello: “Dios no le da alas a los alacranes”. (Pero si riqueza).
Cicuta.com.mx twitter:@cicutabc jornadabc.com.mx periscope:cicutabc
Deja una respuesta