¿Desprestigio?

Cicuta

Por Jaime Flores Martínez

Viernes, 14 de Octubre de 2016.

¿Desprestigio?

Indignado por el “desprestigio” que le acarreó su destitución como director de Servicios Públicos de Tijuana, el arquitecto Salvador Padilla Fitch se atrevió a demandar «salarios caídos», además de una jugosa indemnización o en su caso su reinstalación.

¡Este señor no tiene llenadera!

Padilla Fitch fue cesado a principios de junio (días antes de la jornada electoral) por la utilización de recursos públicos en beneficio de un particular.

En aquel momento, el funcionario ordenó la limpieza de un predio que se utilizaría para el cierre de campaña del candidato priísta a la alcaldía de Tijuana.

Se supone que los responsables del gobierno detectaron tamaña irregularidad y de inmediato lo destituyeron del cargo. ¡Claro que a don Chava le desagradó la decisión!

A principios de agosto el columnista se refirió a una entrevista que don Salvador ofreció en la televisión, donde –entre otras cosas– intentó argumentar su injusto despido.

Poco antes este señor aseguró que nunca ordenó la limpieza de dicho predio, pues las cuadrillas se limitaron a limpiar los alrededores.

Cicuta también refirió que durante la campaña proselitista don Salvador Padilla asistió a una reunión convocada por el ex director de la Unidad Municipal de Urbanización Javier Delgado Garibay.

Éste último le habría dicho que –en el próximo gobierno– ocuparía la Secretaría de Desarrollo Urbano. Como director de Servicios Públicos (y gracias a sus apoyos) don Chava sería ratificado.

¿Cómo no atender la petición de limpiar el terreno?

El asunto es que sus superiores vigilaban los movimientos de Padilla, pues sospechaban que podría utilizar recursos del Ayuntamiento pues eso se traducía en un delito electoral.

Mas temprano que tarde don Salvador Padilla “metió las cuatro”, situación que provocó que el secretario de Desarrollo Urbano Roberto Sánchez lo despidiera del cargo.

Durante la larguísima entrevista televisiva Padilla Fitch tronó contra su superior inmediato Roberto Sánchez a quien acusó de insultarlo un día sí y otro también.

El asunto en ese momento se centró en que Salvador Padilla siempre rechazó que hubiese limpiado el terreno en mención.

Llama la atención que recientemente declaró que –efectivamente–, los vehículos de la dependencia ingresaron al terreno para no contribuir al caos vial.

¿Quién le entiende?

Cinco meses después de su destitución, el arquitecto Padilla recurrió a los tribunales laborales para exigir salarios caídos, la máxima indemnización, o en su caso la reinstalación en la dirección de Servicios Públicos Municipales.

¡Los ciudadanos que culpa tienen!

Don Salvador sabe perfectamente que el último día de noviembre concluye la presente administración municipal, dándole paso al nuevo gobierno que representará al Partido Acción Nacional (PAN).

En otras palabras, el gobierno de Juan Manuel Gastelum Buenrostro podría pagar los platos rotos en el remoto caso que Padilla Fitch gane la demanda.

Desde una perspectiva sarcástica, bien podría decirse que don Chava, no duerme de la frustración de ya no tener su beca en el gobierno.

Sabedor que difícilmente algún jerárquico del gobierno (o de la IP) lo llamará a colaborar por intrigoso y ventajoso, este hombre quiere obtener la mayor cantidad de dinero.

Padilla es tan ambicioso que no observa que “no sangrará al gobierno”, sino al pueblo.

Ah, por cierto, ¿puede alguien resultar desprestigiado si carece de prestigio?

Olea

Una versión señala que el coronel Alejandro Olea García podría ocupar la Secretaría de Seguridad Pública en la administración municipal de Tijuana que iniciará el primer día de diciembre.

El coronel Olea conoce “al dedillo” la problemática que se vive en Tijuana, pues muchos años fue el coordinador del Grupo Beta que depende de la Secretaría de Gobernación.

Olea se desempeña en la actualidad como responsable la Gendarmería en el Estado de Michoacán.

El alcalde electo de Tijuana, el panista Juan Manuel Gastelum Buenrostro busca enviar una señal de confianza a una sociedad que sobrevive intranquila por la inseguridad.

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