REALIDAD
Tenemos que enseñarnos a pensar con realismo, no con utopías producto de mentes fantasiosas y no producto de la de la realidad. Desde los tiempos salinistas, cuando como presidente de del país, Carlos salinas de Gortari, dio el albazo para cambiar el programa que todo mundo denominaba de la “Revolución Mexicana”, consistente en un alto contenido social, por un sistema económico neoliberal, todo en México ha ido de mal en peor, como le ha pasado Europa y a los propios Estados Unidos.
Con lo anterior, aumento el desempleo, la pobreza, la delincuencia (tanto organizada como desorganizada), deterioro –brutal- de la educación, de los servicios de salud, abandono del campo, lo que nos lleva a una dependencia alimentaria, privatización de la banca, de teléfonos, de los ferrocarriles, de los aeropuertos, de las autopistas y ahora –medio disfrazada- del petróleo y de la energía eléctrica. El objetivo es alcanzar el plan maravilloso de quienes mandan en este mundo: menos, mucho menos estado y mucho, pero mucho sector privado. En todos los países, menos el suyo, son las terminantes instrucciones del imperio, las cuales siempre se cumplen de inmediato.
Según los economistas, sobre todo los gubernamentales y pro-gubernamentales, las leyes del mercado lo van a ir regulando todo, para alcanzar un equilibrio que nos beneficiará a todos. Así de fácil. Pero alguien confía en que se haga realidad? Solo los genios de la destrucción, educados en el extranjero.
Estamos tan subordinados al imperio, que producimos competitivamente, como: azúcar, naranja, papa, productos avícolas y muchos más, el gobierno los regulariza hasta estrangularlos, promoviendo la importación de los productos, principalmente de los Estados Unidos, faltaba más.
Pero no conforme el imperio con lo anterior, siempre queriendo y exigiendo más, debemos facilitarles las cosas, por lo que debemos de acabar con esos “odiosos monopolios de estado”, como son o eran PEMEX y la Comisión Federal de Electricidad. Eso también servirá para que se nos quite la idea “atrasada o retrograda” de que un país, cualquiera que este sea, para ser realmente independiente debe mantener el control de sus fuentes de energía. Independientemente de que nos dicen de que para que nos sigan “ayudando”, debemos facilitarles las cosas. Hay que entregarles lo que pidan… aunque sea aquellito.
Según se presume, seguiremos manteniendo la propiedad del subsuelo y el petróleo seguirá siendo orgullosamente mexicano, pero lo podrán explotar otros, como antes de mi novecientos treinta y ocho, y los gerentes de las compañías transnacionales que lo hagan serán tan importantes como un alto funcionario del gobierno –como antaño-, como un gobernador, como un secretario de Estado o tal vez más. No hay que olvidar que según cuentan, cuando el General Lázaro Cárdenas, jefe de la importante zona militar en Veracruz, y según se dice, el General Múgica, quisieron recorrer una refinería petrolera, los pararon a la entrada. Después de una serie interminable de trámites, los pasaron a una pequeña oficina donde tuvieron que hacer otra larga espera para que les dijeran que el recorrido sería restringido, sin dar mayores explicaciones. Ahí nació, al parecer, la idea de la nacionalización.
Dicen los que de esto saben, que con eso del programa económico neoliberal, impuesto durante el régimen salinista, ellos, el imperio, han hecho de nosotros lo que han querido y lo seguirán haciendo. Alguna duda?
Ni que decir que el avance de la pobreza, del desempleo, el deterioro de los pilares de nuestra economía, el abandono del campo, todo eso y más, han contribuido al incremento de la inseguridad, al deterioro acelerado de nuestro sistema educativo, al deterioro de nuestro sistema de salud y estamos cayendo en el peor de los mundos, en ser un pueblo de millones de pobres, con mala educación, con mala atención a la salud, con violencia en sus calles y en sus campos y convertidos ya en dependientes alimentarios y, próximamente, sin independencia energética. Falta algo más?
Falte que se den cuenta de dónde está el meollo del asunto. Mientras el sistema económico no se cambie, esto irá de mal a peor. No hay salida posible por una sencilla razón, porque las leyes del mercado no tienen sentimientos y sólo buscan la elevada utilidad de los dueños del capital y de las empresas explotadoras de los recursos naturales de los países pobres. Aquí en México ya quieren explotar todas las minas de oro y plata, y según se dice, en veinte años a lo máximo, con las nuevas técnicas saquearán a nuestros países más de lo que logró en los trescientos años de la Colonia.
Esa es la realidad. Es necesario luchar para cambiar las cosas, pero viendo el problema con realismo. El gobierno mexicano está sometido a un sistema que, queramos o no, tiene la fuerza suficiente para imponerse. Debemos oponernos a lo que consideremos perjudicial a nuestro país, con inteligencia, de otra forma no podremos hacer algo y menos con los partidos que tenemos. Ni para donde hacernos.
PRIMER AÑO, SACRIFICIO DE POPULARIDAD?
Dicen los conocedores, que Enrique Peña Nieto, sacrificó su popularidad en el primer año de gobierno, a cambio de engañar al PAN y al PRD. DE entrada les quito el dulce que tanto anhelaban, consistente en la segunda vuelta de la elección presidencial. En otras palabras, el gobierno se negó a conceder lo único que en verdad hubiera valido la pena de tal reforma. Es decir, la posibilidad de formar megacoaliciones de facto, para enfrenar en bloque al candidato presidencial del PRI.
Con la pesada carga sobre sus espaldas del mayor desastre en percepción del desempeño presidencial desde que la opinión pública lo registra, Peña Nieto llega a su primer año en el gobierno con un “excelente” en el rubro de estrategia política, por sacar adelante el ciclo de reformas.
Les fue concedido, la reelección de alcaldes y legisladores federales: los diputados podrán hacerlo dos veces y los senadores una. La creación del Instituto Nacional de Elecciones (INE) que sustituiría al IFE y pondría bajo su control a los órganos electorales locales, además de una facultad de atracción de elecciones locales controvertidas. El rebase de los topes de campaña como causal efectiva de la anulación de los comicios –con su respectivo candado-. El crecimiento del umbral límite de votación para mantener el registro de los partidos, del dos al tres por ciento. Finalmente, que la Suprema Corte de Justicia pueda elegir a los consejeros del INE por insaculación si en San Lázaro los partidos no se ponen de acuerdo. Y la autonomía constitucional de la PGR.
Peña Nieto está reprobadísimo en gestión de la economía, así como en gobernabilidad y seguridad pública. Pero su estrategia de mantener atados a sus rivales del PAN-PRD en el Pacto por México, su capacidad para mantener divididos internamente a los militantes de esos partidos, le da un sobresaliente a su estrategia política, cuyo pináculo más alto son las reformas hacendaria y energética, que les da muchísimo dinero para comprar lealtades, como el Profeproa de cinco mil millones de pesos con el SNTE.
Quizá tienen razón aquellos que dicen que Peña Nieto sacrificó su primer año de gobierno a cambio de someter al PAN y al PRD a su ciclo de reformas que le darán muchísimo dinero, margen de operación política y roce internacional, para que a partir del primero de enero de dos mil catorce, salga disparado a reconstruir su vapuleada imagen. Ya con el Pacto por México saltando por los aires, la nueva misión será que el PRI gane en 2015 todas las gubernaturas y la mayoría en San Lázaro, para llegar al dos mil dieciocho con éxito, para garantizar la continuidad de su partido ocupando la residencia de Los Pinos. Si esta misión tiene éxito, es porque PAN y PRD le dieron todas las armas al mexiquense para competir con ventaja insultante. Y como dicen: “no tiene la culpa el indio, sino el qua lo hace compadre”.
CUMPLIR ES UNA OBLIGACION… NO UN DESEO MÁS
Fieles a su tradición, los senadores y diputados en México no son para debatir, menos discutir proyectos de ley, están mayormente para aprobar lo que tienen que aprobar y para rechazar, lo que les digan que deben rechazar. Lo demás son beneficios personales.
De modo que la aprobación, primero con “discusiones2 amañadas y posteriormente fast track de la reforma energética, corrió el camino natural que tenía que recorrer, con algunos tropiezos mínimos que fueron fácilmente superados.
Se aprobó el dictamen que previamente envió el senado, tal cual, sin cambios de ninguna especie. No había necesidad, pues ya los senadores habían aprobado el proyecto que previamente se había aprobado en comisiones a donde llegó planchado, y con instrucciones claras e inobjetables de parte del “preciso”.
Si no fuera porque la reforma fue considerada tan urgente por el actual gobierno, tal vez se hubiera hecho un juego más tardado, es decir más hipócrita, para dar la impresión de discusión democrática, de cambios y agregados propuestos por opositores, pero no fue el caso. Las revoltosas tribus izquierdistas, dueñas des estrillo del “no, no”, se encargaron de esto.
Según algunos, con la aprobación de la reforma energética, el país entra a una nueva etapa, en la que se da por terminada la etapa revolucionaria, debido a la caída de sus dos principales bastiones: el petróleo y la electricidad, dicen que ya no hay nada que defender del antiguo proyecto revolucionario, que todo se ha entregado.
Como dicen: Lo que tenía que pasar, pasó. Ahora Peña Nieto y el gobierno federal, están obligados a cumplir sus promesas, según sus funcionarios en dos años empezarán a verse los frutos de los cambios hechos a las leyes en materia de energía. Primero abra que ver si esos frutos no están podridos, y segundo, más vale que sí cumplan.
Si resulta que los tan cacareados y presumidos cambios, no benefician al grueso de la población empobrecida, el país para bien o más bien para mal, puede estallar, ya de por si parece bomba de tiempo. Difícilmente van a poder controlar a más de ciento diez millones de habitantes, la mayoría en pobreza y muchos de ellos en pobreza extrema, porque el sistema ya perdió los mecanismos de control con los que gobernó por más de setenta años al país. Ya quedan pocos caciques de viejo cuño, gobernadores con influencia dentro de la población, diputados más o menos confiables, centrales obreras fuertes y bien organizadas –las actuales son solo siglas en cascarones desvencijados-, campesinos pacientes y pacíficos que lo creen todo, ya no tiene un sector popular fuerte –si es que existe-, bien organizado ya no le queda nada, menos tiene actualmente líderes carismáticos y hábiles en el manejo de situaciones difíciles, ni siquiera de situaciones “a secas”.
El gobierno federal debe responder, ahora sí en serio, y con hechos, a los compromisos asumidos en esta etapa de la vida nacional, en la que se aprobaron las mal llamadas “reformas” energética, educativa, hacendaria y política. A un año de la toma de posesión del actual gobierno se sentaron las bases para un cambio, bueno o malo para el país, ya se verá, pero un cambio que debe rendir beneficios en el menor tiempo posible para garantizar la paz de la Nación. Así o más claro.
DE AMOS DE LA COMARCA A VASALLOS
Los gobernadores pasaron de amos de la comarca a vasallos. El reloj político giró en sentido contrario, y ahora nos encontramos en algún punto histórico detrás del arranque de la transición democrática: los gobernadores son súbditos que compiten por la gracia del presidente, la diferencia era que antes todos eran del PRI, lo que cual explicaba la disciplina para tener éxito en la carrera política, lo cual no es el caso en la actualidad.
Luego de que el ciclo reformista iniciado con la llegada de Enrique Peña Nieto a finales del año pasado y que concluirá esta semana con la declaratoria formal de constitucionalidad de la llamada Reforma Energética, luego del aval en un tiempo record, de prácticamente todas las legislaturas estatales. Con un costo altísimo para su imagen, el presidente logró su objetivo manejando magistralmente la geometría partidista del país con el PRI como centro. Con el PRD tuvo una alianza eficiente para aprobar la Reforma Fiscal que incrementa impuestos y deuda, incluyendo el IVA a las zonas fronterizas como la nuestra. Con el PAN para la privatización del sistema energético, el desmantelamiento de PEMEX y de CFE, así como la eliminación de subsidios a gasolina y electricidad. Pero la fiesta ya se acabó: el PRI ya no necesita ni a sus aliados de la derecha, ni a los de la izquierda. El Pacto por México tuvo una muerte natural. Ahora el Tigre anda suelto, un espacio de incertidumbre se abre, a cuidarse todos.
Una vez culminado el ciclo reformista, con un Poder Ejecutivo fortalecido a más no poder, en las normas constitucionales y con mucho dinero en perspectiva gracias a la Reforma Hacendaria, con mucho más por las licitaciones del sector petrolero que controlará Luis Videgaray, el presidente Peña Nieto ya no necesitan de aliados. Las alianzas coyunturales se terminaron, lo mismo con Gustavo “el Greta Garbo” Madero y Jesús “el chucho” Zambrano, que con otros actores colaterales y secundarios. Con lo que la Pirámide del Poder se ha reconstruido en toda su verticalidad. O así parece. Ahora si, a cuidarse todos.
La política se juzga por los hechos, no por los dichos ni las intenciones. Ahí puede verse, por ejemplo, la competencia entre los gobernadores, aduladores a más no poder, por congratularse con Peña Nieto al aprobar con celeridad la Reforma Energética en sus congresos. La carrera se dio entre el sábado y el martes con toda la celeridad, lo que obligó a los mandatarios a acelerar el paso y ordenar a sus diputados que sesionaran hasta en sábado y en domingo. Todo por quedar bien, saltándose trámites, convocando en días feriados, exhibiendo su servilismo al presidente sin ningún pudor. En un tiempo récord de noventa y seis horas todo quedó concluido.
En dicha carrera, los gobernadores con tal de quedar bien, daba igual el origen partidista, lo importante era sumarse a “la cargada” de la voluntad presidencial dominante. Pero esos actos de zalamería no parece que vayan a funcionar mucho en la lógica política futura una vez que el presidente, como en el juego de la perinola, les recete el: tomó todo, mientras que su oposición se quedara con las migajas. El núcleo duro del presupuesto, con toda su discrecionalidad, quedó en manos de Hacienda, desde donde se dicta a qué estados sí se les da y a cuáles no.
EFECTOS
Los especialistas no se ponen de acuerdo, unos dicen que el año entrante empezará a sentirse los beneficios de las reformas estructurales y otros lo dudan.
Quienes lo dudan, dicen que lo más difícil no ha sido la aprobación de nuevas leyes, sino ponerlas en práctica-como siempre la realidad-. Para esto, señalan, el presidente Peña Nieto requiere de funcionarios de gran capacidad, pero sobre todo, de gran sensibilidad política y social. Y no los tiene.
Hay sectores que se sienten agredidos, agraviados, despreciados. El descontento es mayor, debido al grave problema económico que confrontan millones de ciudadanos mexicanos que tienen empleos precarios o que sencillamente no los tienen. A eso hay que sumarle que también muchos priistas no están muy convencidos de las bondades de las reformas, sobre todo de la energética, pero bueno, alientan la esperanza de que las cosas mejoren, aunque recuerdan también las privatizaciones de la banca, de teléfonos, de los ferrocarriles, de las autopistas, etcétera. En todos los casos se dijo que el país iba a prosperar como nunca, y la verdad es que nuestra economía ya está en manos de extranjeros. ¿Irá a pasar lo mismo con el petróleo? Ojala no, pero la duda está en el aire. Y vaya que si jode.
Cuando regresemos al mundo real, después de las fiestas decembrinas, nos encontraremos un país distinto del que conocimos en los años que siguieron a la Revolución. Ni los dos gobiernos panistas, más por ineptitud que por falta de ganas, pudieron hacer un cambio tan dramático del andamiaje jurídico como el que se iniciará en dos mil catorce.
La reforma educativa, la reforma de comunicaciones, la reforma hacendaria, la reforma laboral, la reforma energética y la reforma política, dicen que eran necesarias para hacer despegar al país a mejores condiciones sociales, económicas y políticas. Pero nos han dicho tantas cosas y han cumplido tan pocas, que si en esta ocasión, no se cumple con lo prometido, hay un grave peligro de estallido social. Esperemos que no se llegue a eso.
Ahora comentemos lo concreto, en pocas palabras. La Reforma Energética establece con claridad la propiedad de los hidrocarburos por parte del Estado mexicano; cancela la figura de la concesión pero abre la puerta a los contratos de servicio, producción o utilidad compartida, licencias o incluso esquemas mixtos. En pocas palabras, en la puerta de PEMEX un letrero dirá: Rento, No Vendo. Es decir, se permite la inversión privada en toda la cadena productiva, pero se mantiene la extracción como actividad estratégica para el Estado mexicano. Nace el Fondo Mexicano del Petróleo para la estabilización y el desarrollo; se fortalecen la Comisión Nacional de Hidrocarburos y la Comisión Reguladora de Energía. La secretaría del ramo gana todo el poder para diseñar la estrategia energética nacional y la de Hacienda para “calibrar” los proyectos —es decir, ponerles precio—.
Como algo primordial, aproximadamente en marzo, conoceremos el detalle de las leyes reglamentarias… es decir la letra chiquita. Falta mucho por conocer.
POLIICA FUTURA
El tan mencionado regreso a las viejas reglas, tiene un nuevo componente, el cual genera un escenario totalmente distinto al de la tan recordada “República Imperial”. La competencia por el poder es, por lo menos hasta el momento, democrático. El llamado “Dedo Divino” puede señalar, pero a final de cuentas son los votos de los ciudadanos los que habrán de decidir. En tiempos anteriores bastaba con un destape. Ahora sigue siendo imperativo ganar elecciones.
Pero en esta nueva etapa, y con lo acontecido en este dos mil trece y sus famosas reformas –desde la política, hasta la energética, pasando por la hacendaria, educativa y demás-, la política local dependerá como nunca de la política nacional. Como sucedía en el “viejo régimen priista”, todas las señales que llegaran desde el centro del país, es decir desde “Los Pinos”, y en el gobierno federal deberán espabilarse para anticipar el futuro de los personajes locales, muchos de los cuales no son conocidos a nivel central.
Así mismo, Los políticos “pueblerinos”, deberán pensar en darse a conocer y amarrar alianzas con los nuevos “Tlatoani”. Las consideraciones preponderantemente aldeanas, sin la interferencia de la Federación, difícilmente tendrán un futuro venturoso. Todo apunta a que el país ha dado un viraje de regreso a la “pirámide” del poder, con su respectivo federalismo-centralismo. Por lo que prácticamente todo pasara por las manos de Enrique Peña Nieto, y cuando este lo permita –ya sea por así requerirlo o por negociación-, podría recaer por las de Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray o Manlio Fabio Beltrones, ya que como es del conocimiento publico, las elites nacionales compiten entre ellas, con el fin de colocar sus fichas en los tableros estatales y municipales, en ello se juegan su oportunidad en la sucesión presidencial de dos mil dieciocho.
En provincia, todos competirán entre ellos, con el arbitraje y decisión final de “los amos”, residentes en la capital de la republica. Además requerirán ser, candidatos bien posicionados en un electorado dificilísimo, como el de los actuales tiempos. Si es que se quiere ganar elecciones. Independientemente de que quien quiera ser candidato a cualquier puesto de elección popular, deberá fortalecerse y ser fortalecido con estructura, dinero y acceso a medios de comunicación.
Quien no cuente con esos tres perfiles, será única y exclusivamente, una pérdida de tiempo.
Mientras, para que se recupere la imagen de Peña Nieto, que en este momento se encuentra en terapia intensiva, en dos mil catorce deberá crear una burbuja de prosperidad, que le haga pensar a los mexicanos que las reformas tuvieron sentido. Sin eso, le espera a sus candidatos, una inevitable derrota en dos mil quince. Pero el escenario es de plena incertidumbre. Así que hagan sus apuestas señores.
Deseándoles los mejores parabienes para las muy próximas: noche buena, noche vieja, año nuevo y para el dos mil catorce, nos volvemos a leer a partir del martes siete de enero del próximo año.
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INTRIGAS. Escrito por Ricardo Madrigal. Jueves, 19 de Diciembre de 2013.
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