Carroña

Cicuta
Por Jaime Flores Martínez.
Miércoles, 24 de Febrero de 2016.
Carroña
Acostumbrado a capitalizar la carroña desechada por sus críticos, el empresario David Saúl Guakil capitalizó la coyuntura para para despedazar al maltrecho delegado del CEN del PRI Leobardo Alcalá Padilla.
¿Cómo confiar en un enviado con tan oscura reputación?
El lunes de la semana pasada Cicuta reveló que los aspirantes priistas a una candidatura en Baja California se sentían acosados por el delegado especial Leobardo Alcalá Padilla.
Allá en Jalisco, su estado natal, Alcalá aprendió que aquellos ambiciosos debían pagar el precio de su candidatura.
La revista Proceso reveló que –durante la década pasada– Alcalá ganaba 80 mil pesos mensuales pero aun así, adquirió media docena de inmuebles con un valor superior a los 10 millones de pesos.
Esta información la utilizó Guakil para triturar a Alcalá, hombre de manos frías y boca de fuego.
Apenas festejó las criticas periodísticas, Guakil escupió que el señor Alcalá intentó venderle la candidatura a la alcaldía de Tijuana en la pírrica cantidad de 100 mil dólares.
¡Mira que bonito!
Claro que la respuesta del empresario (metido político) fue sobarse la panza antes de morirse de la risa. Si su acuerdo es con Dios ¿para que atender las ambiciones de los santitos?
Guakil se aprovechó de la columna titulada “Nausea” (publicada el lunes 15) para descuartizar la vapuleada imagen de su delegado.
Para presumirle a sus incondicionales, Guakil se mofó del columnista pues dijo que “le había exigido” que su nombre no fuera revelado.
Cicuta aclara que (en aquel texto) solo refirió que “un acaudalado empresario” había rechazado la entrega de dinero a su delegado. Nunca refirió a Guakil.
¡Ahora resulta que el columnista atiende sus órdenes!
¡Que poca dignidad! ¡Hágame favor!
Colgado
Con su autoestima en la estratósfera, Guakil intentó adaptar su talento empresarial al oficio político. Supuso que podría ser adaptado a las cuestiones políticas.
El encontronazo verbal entre el delegado Alcalá y el alcalde rosaritense Silvano Abarca Macklis, llegó a Guakil como caído del cielo.
Allí se presentó la coyuntura ideal para exhibir el nivel de su delegado.
Mire que ponerse a la misma estatura.
Y es que Guakil está obsesionado con despachar como alcalde de Tijuana.
En sentido figurado, Guakil saca su tanquecito para ahogar la flamita.
Lo anterior viene al tema pues la PGR clausuró el miércoles una tienda de ropa ubicada en la zona de la Mesa de Tijuana. Se trata de la tienda La Favorita, donde se vendía mercancía pirata, cuyo propietario –se suponía– era David Saúl Guakil.
El periodista José Luis Camarillo subió a su página de Facebook la fotografía de la tienda clausurada donde se señalaba que «extraoficialmente» el propietario de ese lugar era David Saúl Guakil.
Como si trajera un cohetón en la retaguardia, en forma atropellada desmintió a Camarillo: «Afortunadamente esa tienda no es mía» el dueño es Ricardo Ruíz, aclaró insensato.
Amigo Camarillo, «infórmate primero», exhortó Guakil.
¿Que el señor Guakil no sabe leer?
¿Su mirada no detectó la palabra «extraoficial»?
No es dueño de esa tienda, ¿“Afortunadamente”?
¡Que alguien explique!
Más allá de su desplante, que luce insolente, Guakil restriega el nombre del propietario identificarlo como Ricardo Ruiz, quien es integrante de la familia Ruiz Arretche propietaria del antro Las Pulgas.
No se entiende porque en las carteleras instaladas en prácticamente toda la ciudad, se promociona el nombre de Guakil amparado en el membrete de la tienda La Favorita!
Lógicamente a Guakil no le conviene el escándalo, pues la existencia de ropa pirata en una de sus tiendas sería la tumba de su ruta política.
Apenas la semana pasada Cicuta publicó que sus detractores refieren el origen de su fortuna.
Según su propio dicho, inició con un puesto de ropa en un Swap Meet de Tijuana ahora emplea a más de 500 personas.
¡Muy pocos lo lograrían! honradamente.
Según sus enemigos su fortuna creció al dedicarse a re-etiquetar las prendas de mezclilla importadas de China.
Al tener un altísimo arancel la importación de la ropa asiática, Guakil arrendaba amplios espacios en San Diego, donde le arrancaban la etiqueta china y le cosían una estadounidense.
Obvio que –después de esto– el arancel era muchísimo menor y la ganancia muchísimo mayor.
Hace unos días esos mismos detractores filtraron a la prensa que el empresario metido a político también se enriqueció a través de fomentar la prostitución.
A Guakil lo ubican como el “cerebro” en la instalación y operación de la primera sala de masaje «con final feliz» en la urbanística zona del río de Tijuana.
¡Final feliz!

Cicuta.com.mx twitter: @cicutabc jornadabc.mx


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