Traumas / Mota

Cicuta

Jaime Flores Martínez

Traumas

Indignada porque el profesor Alejandro Jimón Apreza provocó en su pequeña hija un daño psicológico y con ello un trastorno familiar, la joven señora no se explica porque la Procuraduría de Derechos Humanos de Baja California (PDH) simplemente enterró su denuncia.

La señora Rodríguez observó que su hijita modificó su actitud en el seno familiar y en uno de sus arranques le confió que su profesor no cesaba en llamarle «mamacita» y su exigencia era que la niña le llamara “papacito”.

Ante la insolente respuesta del maestro de la escuela Miguel Hidalgo de Tijuana, esta madre de familia acudió el 16 de diciembre a la Procuradora de Derechos Humanos a presentar su queja (3364) donde relata detalles sobre los cambios emocionales de su pequeña hija.

El documento plasma detalles sobre el reclamo que hizo al maestro Jimón y precisiones sobre su insensata actitud. Aunque a la niña le molestaba que le llamara mamacita, el maestro se carcajeaba del berrinche de la niña de apenas 6 años.

Algunas de sus compañeras de salón reconocen que Jimón las presionaba para que lo llamaran “papacito”. La mujer relata a Cicuta que entendió la gravedad del asunto pues su esposo abrazó a su hija y espontáneamente le llamó mamacita.

La niña reaccionó violentamente al advertirle que odiaba la palabra “mamacita”, porque su maestro así le decía. Luego de presentar su queja ante la dependencia de derechos humanos la joven mujer lleva semanalmente a su hija a recibir atención psicológica.

Encendido su rostro al recordar la escena, la señora Rodríguez tiene presente el gesto del maestro Jimón el dia del reclamo. Dice que su molestia solo consiguió arrancarle una carcajada. Añade que constantemente calificaba a los alumnos como “niños burros” incluida su pequeña hija. ¿Cómo puede llamarle burra y calificarla con 10 en su boleta?.

La mujer entrevistada por el columnista recuerda que otra madre de familia también acudió a la Procuraduría de Derechos Humanos a presentar su queja contra el maestro Jimón, aunque por otra causa. Resulta que su pequeño quedó traumado con las acciones de su maestro, hasta el punto de pedirle a su mamá que “le ayudara para dejar de respirar” porque no quería regresar a la escuela. El trastorno era mayúsculo porque el profesor constantemente los agrediera y los humillaba.

En un par de ocasiones Cicuta aludió el caso de un menor que se orinó en los pantalones porque su profesor no le permitió salir al baño. La intención del maestro era disciplinar a los menores, aunque seguramente no entendió lo difícil que resulta educar la esfínteres.

Cierto que el columnista no pudo localizar a la madre del menor señalado, aunque versiones de otros padres de familia afirman que esta señora también interpuso una denuncia ante la Procuraduría de Derechos Humanos.

Durante las últimas dos semanas, el escribiente intentó observar el contenido y saber el número de denuncias presentadas contra el profesor Jimón en la PDH, pero la intención se trastornó. Queda claro que “alguien” en esa institución se encarga de intentar echarle tierrita al asunto. Y no se trata de responsabilizar al titular de la PDH Arnulfo de León Lavenant, sino destacar que los intereses magisteriales representan uno de los poderes más importantes de México.

La lógica indica que la defensa de Jimón fue asumida por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) representado en Tijuana por el profesor Rogelio Gudiño. En términos generales, los organismos sindicales se dedican a cuidar a sus agremiados, aún de personas con mala reputación.

Mota

En el corporativo mundial dedicado al negocio del narcotráfico la decisión fue modificar su estrategia, pues ahora es más rentable elaborar y traficar drogas sintéticas.

La siembra, el cuidado, el tiempo, la cosecha, el empaquetado, la transportación, el ejército de participantes, los acuerdos económicos con autoridades, el despliegue de contactos y la internación hacia el extranjero convirtieron la marihuana en un negocio difícil.

Si a esto le sumamos que en Estados Unidos cada vez son más las entidades que legalizan el consumo de esta hierba, lógicamente la marihuana mexicana está fuera de mercado. Al menos en California, los consumidores están frente a un universo de tipos y calidad de marihuana.

Recientemente, integrantes de la Asamblea Capitalina se han pronunciado por la eventual legalización del consumo de marihuana, aunque no necesariamente con la intención de quitarle el negocio a los narcotraficantes. El asunto de fondo es que la autoridad sabe que el crimen organizado modificó su estrategia y ahora prefiere producir y distribuir drogas sintéticas, aunque sean 100 veces más dañinas para los consumidores. Si en México se legaliza el consumo de marihuana, seguramente serán menos los consumidores de derivados de anfetaminas.

El millonario negocio del narcotráfico se vio trastornado no sólo por la llamada guerra contra el narcotráfico, sino por la modificación en el tipo de sustancias utilizadas por los consumidores.

José Mujica, presidente de Uruguay es –en los hechos– un modelo a seguir por otras naciones.

Mujica legalizo la marihuana, le quito el negocio a los narcotraficantes y con ello reduce la posibilidad que los uruguayos consuman las mortales sustancias sintéticas. Aunque la idea es mantenerlo en secreto, la intención de México es seguir el modelo uruguayo.

Cicuta.com.mx twitter: @jaimecicuta                          Miércoles, 05 de Febrero de 2014.


Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *