Travesía Urbana

Travesía Urbana

Un día de visita en la Penitenciaria de la Mesa…

Por JJ Flores

Crónica.

                Sábado, día de visita. Son las 6 de la mañana y ya se observa el movimiento, dos líneas se empiezan a conformar. La fila de los que sacaron ficha la semana anterior y la otra, los que no tuvieron oportunidad de sacarla.

Adultos mayores se aglomeran en la entrada al reclusorio, tienen preferencia de entrar primero. Ambas filas deben esperar. Mujeres en su mayoría, se observan platicando sobre los abusos cometidos por custodias durante la revisión habitual de acceso, niños pequeños se abrazan a las piernas de sus madres y algunos otros corren y juguetean ante la desesperante tardanza de la admisión.

Severas restricciones están a la orden del día, para ingresar no debes vestir colores oscuros, no zapatos de tacón, sandalias ni botas. Sin cinturón, ni relojes, anillos, collares, aretes ni nada que se le parezca. Tus bolsillos deben estar vacios… se entiende, son reglas.

Ocho de la mañana, se abre la puerta de acceso, lenta pero muy lentamente empieza a avanzar la fila con ficha, no sin antes dar paso a las personas de la tercera edad. Una hora después avanza la segunda fila, con tu credencial del IFE en mano y el tarjetón que se expide para la visita, se cruza la primera reja.

Después otra fila para depositar dinero al familiar recluido. Una fila más para cruzar la segunda puerta, una mujer malencarada con aspecto masculino te abre de brazos y piernas para pasar un detector de metales, enseguida posas ante una cámara de video con credencial en mano para que se grabe tu imagen. Una fila más para entregar la credencial de IFE en un mostrador donde te la cambian por un “numerito” que debes conservar para que a la salida te sea devuelta.

A estas alturas tu brazo derecho se empieza a llenar de sellos de diferentes formas y colores, ahora una fila más, la de revisión. Ocho puertas numeradas se abren y cierran para revisar minuciosamente al visitante. Siete puertas para mujeres y solo una para los hombres, mismos que deben llenarse de paciencia pues aún cuando están formados, no se respeta la fila al darles preferencia a litigantes y  personal de reclusorio, lo que retrasa en demasía el tiempo de ingreso.

Ya en el área de revisión, un policía estatal con voz autoritaria pregunta… ¿Qué traes?.. Ponte contra la pared!!!, quítate los zapatos!!!, bájate el pantalón y la trusa hasta las rodillas y súbete la camisa. Algunos te tratan como si fueras un reo más… después de esta bochornosa situación, otro sello más en el brazo.

Ahora a cruzar una reja con acceso de huella digital y clave privada, además de un sello invisible puesto en partida doble en tu brazo izquierdo. Ahora ya estamos caminando por los pasillos del penal, se cruzan otras 2 enormes puertas no sin antes enseñar a los altaneros custodios el brazo plagado de sellos cual si fueran viles tatuajes.

Por fin mucho tiempo después se llega al patio donde se realiza la visita, mesas cuadradas y sillas de plástico descansan bajo unas enormes carpas de lona que se observan viejas y con algunos agujeros. Si tienes suerte alcanzarás una mesa, de lo contrario visitas a tu familiar en algún rincón y bajo los rayos del sol.

Todo parece una fiesta, los internos se forman frente a un local que sirve de tienda para comprar alimentos preparados que llegan continuamente en platos desechables. Pizza, pollo frito, hamburguesas, pescado empanizado, burritos y tortas son algunos de los alimentos que solo ese día pueden disfrutar en compañía de sus familiares. Los internos se apuran en adquirir sodas, papas, panecillos, agua potable, papel sanitario, cereal entre otros productos, para al final de la visita llevarlos a su celda. Esto es una bendición para ellos, pues semana a semana se quejan de la mala calidad de los alimentos que allí consumen.

Una mesa en  la esquina del patio, ofrece diversos juegos de mesa para que los chiquillos y chiquillas se entretengan y olviden momentáneamente la cruda realidad de sus parientes. En otra esquina se encuentra el área de fumar, mientras una docena de teléfonos públicos se encuentran completamente atestados de internos durante toda la visita.

Una de la tarde, primer horario de salida. Se pierde la noción del tiempo, una celadora avisa el término de la visita, habrá otra y esta será a las 3 de la tarde. Un buen porcentaje de familiares se forman para salir. Todos a la mitad del patio con dirección a la puerta de salida… Corren los minutos lentamente, el sol esta  inclemente, algo pasa no abren y sigue pasando el tiempo.

Media hora después de estar en el vivo rayo del sol, un custodio avisa – es que están dando salida a otro edifico, ya mero— mientras, los internos son formados contra la pared y con las manos en la espalda. Poco a poco van regresando a sus celdas.  Por fin se abre la puerta y uno a uno los visitantes comienzan el éxodo. A cruzar puertas de nuevo y enseñar los sellos del brazo a cuanto policía lo solicite.

Ahora a formarse para que te regresen tu credencial del IFE y ya con ella en mano…. Si, otro sello, para qué? No te lo dicen, finalmente se alcanza la calle.. Por fin, libre. Gracias a Dios!!!

Y la siguiente semana… a soportar el mismo martirio.

Comentarios>  [email protected]                      Jueves, 10 de Abril de 2014.


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