Agitador / Tragedia

Cicuta

Por Jaime Flores Martínez

Viernes, 24 de Febero de 2017.

Agitador

Acostumbrado a ventilar su rebeldía patológica al incitar a las manifestaciones y protestas, el profesor jubilado Juan Ramírez Sánchez debe saber que las autoridades mexicanas lo tienen perfectamente identificado.

Además de documentar sus actividades diarias, la autoridad federal engorda los 2 expedientes por sendas denuncias presentadas en su contra por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes ((SCT) en la Procuraduría General de la Republica (PGR).

Resulta que el profesor Juan Ramírez, se ha especializado en acarrear ciudadanos en los bloqueos que se han realizado en la garita del chaparral.

En la mayoría de las ocasiones, el profesor Ramírez se ha encargado de agitar el ánimo de los manifestantes, quienes permiten el libre ingreso de los automovilistas que proceden de los Estados Unidos.

En las últimas ocasiones, el gobierno mexicano le ha solicitado a la autoridad norteamericana que desvíe la circulación vehicular hacia la zona de Otay, pues los manifestantes observan en el Chaparral, un punto ideal para fastidiarle la vida a un gobierno insensible que ha generado malestar social con los llamados gasolinazos.

En al menos tres ocasiones, Juan Ramírez ha azuzado a los ciudadanos inconformes al permitir el cruce a México de los automovilistas procedentes de Estados Unidos.

Los vehículos que ingresan a esa hora, no son sometidos a las revisiones aleatorias, lo que se traduce en un daño patrimonial al gobierno mexicano.

El profesor Juan Ramírez debe saber que las denuncias penales presentadas ante le PGR, son por ataques contra a las vías generales de comunicación, el cual es un delito federal.

Un personaje que tuvo acceso a la investigación, asegura que el profesor Ramírez cuenta con un largo historial de acciones de rebeldía contra el gobierno.

Se sabe que salió de pleito con el también revoltoso profesor Marco Antonio Pacheco, quien encabeza el movimiento de resistencia magisterial.

Pacheco y Ramírez, se alternaban para encabezar la toma de casetas de peaje y las manifestaciones que acostumbran hacer los profesores.

Sin embargo, un profesor enterado del asunto recuerda que Ramírez y Pacheco salieron de pleito por la competencia que tenían por el protagonismo.

Desde ese momento, Juan Ramírez decidió colgarse de cualquier situación que representara oportunidad de agitar a la comunidad.

Con el tema del aumento del 20% a los precios de las gasolinas, el profesor Ramírez observó la oportunidad de aventajar a Pacheco en las movilizaciones.

Al menos en un par de ocasiones, el maestro Ramírez tomó el micrófono en las protestas ciudadanas realizadas en la glorieta Cuauhtémoc en la zona del río de Tijuana.

Cierto que Ramírez no se autonombra dirigente de alguna agrupación, aunque la mayoría de los manifestantes comenzaron a cuestionar su intermitente participación y su espíritu protagónico.

Y no se trata de minimizar la lucha ciudadana en contra de los abusos del gobierno, si no descodificar las intenciones de un personaje que aprovecha para llevar agua a su molino.

Aún sin criticar las acciones agitadoras del profesor Juan Ramírez, este último debe saber que el gobierno federal maniobra en lo oscurito para enviarlo a la cárcel.

Don Juan Ramírez debe tomar las previsiones necesarias para no permitir que el gobierno lo encarcele.

O será que este hombre busca que lo manden a prisión para entonces autonombrarse preso político.

¿Eso querrá?

Ah, la autoridad ya sabe que el profesor Ramírez tuvo contacto con personas que se dedican al contrabando de armas y dinero.

Se sospecha que los contrabandistas saben perfectamente el día y el horario de la toma de las instalaciones del chaparral.

Ese ingreso de armas afecta directamente a la sociedad, aunque se supone que beneficia al bolsillo de algunos, entre ellos Ramírez.

Bueno, eso investiga la autoridad.

Tragedia

La mayoría de los ciudadanos de Tijuana ensordecieron con el escandaloso silencio de la autoridad mexicana, ante la muerte de un connacional que se mató la mañana del pasado martes al caer de un puente de 15 metros, aledaño a la línea internacional.

Las primeras informaciones reseñaron que el mexicano Guadalupe Olivas, de 44 años, decidió suicidarse una hora después de ser deportado de Estados Unidos.

Ya para el miércoles, autoridades precisaron que realizaban las pesquisas para saber si fue suicidio, accidente u homicidio.

Aunque alguien puede pensar que la autoridad pretendía echarle tierrita al asunto al referirse a un posible homicidio, la realidad es que el fallecido era un connacional recién deportado.

Éste hombre era originario del Estado de Sinaloa, recién había enviudado y se quedó con la responsabilidad de sus tres hijos.

Se sabe que purgó una condena en el estado norteamericano de Arizona, al ser considerado reincidente de ingresar ilegalmente a territorio norteamericano.

Todo parece indicar que Guadalupe Olivas se encontraba atrapado en la depresión, pues nuevamente lo volvieron a expulsar de suelo norteamericano.

Claro que la autoridad minimizó la tragedia. Desde luego que fueron los organismos defensores de derechos humanos quienes levantaron la voz, aunque vale la pena resaltar el desdén que mostró la autoridad mexicana ante esta lamentable tragedia.

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